Crónica. Ekiniana!


GOGOAREN BIDEZIDORRETATIK
Euskal Astea Mar del Platan 2018


Una semana vasca más, una más pero no igual. Después de haber tenido una como en casa, con una identidad construida, expuesta y avalada por amigos pero no certificada, la próxima iba a tener otro trabajo y significado. 


Así como nuestro Erregelak se fue formando desde Septiembre del 2017, con ensayos en plazas y distintos espacios, para este viaje nos fuimos organizando y llegando a la ciudad de los lobos marinos también a nuestro ritmo. Entre computadoras, charlas, asientos deslocalizados, paradas más que técnicas y obligatorias, elementos en guarda, exámenes, finales de trabajo y semana. 

Un check in en retiro con una birra para volar despejados dejando años y la semana atrás. Un vuelo sobre ruedas, con salida a horario y sin discusiones, el nuestro, para llegar a Mar del Plata, bien temprano mientras la ciudad empieza un viernes laboral más, otros caminábamos a sellar pasaportes. Mientras se cargan baterías en bar Europa para seguir por calle España, cuando de pronto seguís la curva y te chocas el baserri, a la llovizna y el cielo gris, le sumas los valles y distintos verdes, para llegar a la entrada oficial de la burbuja en la que íbamos a estar por los siguientes tres días. 

Llegamos en grupos distintos pero EKIN KULTUR TALDEA formalizó su llegada con la pulsera verde, siempre entre risas, haciendo cuentas y tomando café con leche, imágenes futuristas sobre planos del sábado y domingo, saludos a viejos conocidos pero miradas incómodas a rancias usureras que parecían no haber entrado a la misma euskal dimensión, ciego el que no quiere ver o conocer....? A la salida abrazo de bienvenida con la ekiniana del mar que nos recibía en su segunda ciudad y a descansar unas horas al hotel ganado en la rueda de la fortuna ekiniana que recién comenzaba. 

Seguíamos con la etiqueta VIP´S casi como el año pasado. 101-201-301-303 números claves, pero no tan al azar, de alianzas para el resto del viaje y partícipes de bromas entre sueños. Una ducha a dudosa escala humana, tal vez la fuerza del agua nos convertiría en unos nuevos hobbits vascos? 

Vamos sumando ekinianos, y nos fuimos con los hermanos a brindar al txoko para seguir con el ambiente de los viajeros próximos a llegar, que se hacían esperar, pero quién se iba a negar a semejante mesa?

Continuará...

Una semana vasca especial que se aproximaba, camino al sur....del conurbano, a la ciudad de las cinco “L”, según me indican por cucaracha. La otra parte ekiniana se empezaba a ensamblar en Llavallol, con la tía Clari, los recién casados y, ni más ni menos el que chofer, el Don Juan. Viernes, 8 am...bueno, ya casi las 9 am, y los viajeros emprendieron viaje a la ciudad de la “Chiqui”.

Siempre con la buena compañía de la música: rock argentino, reggeaton, cumbia, ya en mentalidad de romería. Y nunca puede faltar el mate, las charlas y las risas mientras se intercambian anécdotas, mientras los más ”sabios” impartían su sabiduría con los que estamos verdes en este tema de las semanas vascas; como dejar de lado esas paradas técnicas, en las cuales uno de los presentes compró medialunas que mejor dejar para el olvido, pero bueno...cuando hay hambre no hay pan duro.

Así se pasaban los segundos, los minutos, hasta que era la hora de hacer una última, pero no menos importante parada para recoger al último pasajero. Y no cualquier pasajero, es la fashionista, la testiga, madre, y autoproclamada, “madre de las romerías”....quien será la próxima o el próximo en adquirir ese título? Solo el tiempo lo dirá...aunque ya todos podemos nombrar candidatos. Retomando el tema, ahí por la ciudad de Maipú, al lado de la ruta 2 nos recibían con una hospitalidad digna de recibir a un monarca, con el quesito y el salamín, infaltables; necesitábamos de estos elementos para combatir la lluvia que nos venía pisando los talones, pero al mal tiempo buena cara, y muy buena comida. 

Después de unos minutos utilizados para recobrar energía y llenar el tanque, seguimos el camino a MDQ. Ahora que estábamos los FAB FIVE en camino, ya las ansías se iban sintiendo, estábamos a un par de kilómetros de volver al lugar que fue nuestro debút, ahí por el año 2010...distintas personas, pero siempre ese espíritu ekiniano presente en cada uno de nosotros.

De a poco se iba asomando esa masa azul, ese aroma a sal que veníamos sintiendo desde el lunes, cuando se dió comienzo a la SNV 2018. Y no, no pudimos negarnos a semejante mesa que nos esperaba con brazos abiertos, y el almuerzo ya a la vista. El grupo ya estaba casi completo, al entrar nos encontramos con los que ya tenían un par de horas más que los que acabamos de llegar, los Etcheverry y por supuesto, el monitor, el Aita.

Una siesta para algunos y para otros, una vueltita más por el txoko, un café de sobremesa, una misa al dios Juan Antonio, el sacerdote esta vez era invitado. De a poco le íbamos sumando vírgenes y santitos a nuestro altar para darnos cuenta que perteneciamos a otra religión; una poco conocida por acá, pero siempre con la esperanza de expandirla.

Mensajes de buenos augurios desde Buenos Aires, algunos a la espera de su horario en plataforma para sumarse al equipo. Un paseo y reconocimiento del barrio de los recién casados para luego hacernos el city tour. Esta noche tocaba la remera violeta, todos avisados…

Una caminata al Centro entre charlas y cruces de miradas con interesados transeúntes al pasar. Llegamos justo para el txupinazo y al encuentro de Olaizola y Etcheverrys entramos directo al txoko, nuestro momento de vermut, por ponerle algún nombre, para no decirle merienda a una tortilla, birras y cinzano pero también podría. Unos saluditos y unos apodos que no repetiremos en público. Y así dábamos comienzo a la primera romería del fin de semana, esa romería en la cual los dantzaris demostraron su talento en las pistas, pero esto era simplemente una entrada en calor. Con nuestra pulserita verde recibimos un upgrade en las comidas, quiché y espléndidas paellas con todo lo que uno se puede imaginar estando tan cerca del mar y sentados donde encontramos lugar, pero tuvimos que ir esquivando...personas. Ya con la panza llena después de alimentar al cuerpo, y al alma, nos fuimos para la pista principal, que contaba con un escenario que esperaba al grupo que iba a animar la fiesta, Huntza. Mientras una previa con los músicos de Akelarre, algún banako, escasos jauziak... Poco tiempo para lo que nos gusta. Lo bueno se hace esperar, sobre las tablas conversaciones con un lenguaje corporal que demostraba cierto enojo, tal vez no todos pudieron probar la paella? Pura berriketa entre atentos espectadores leyendo getos desde abajo, pero con algo nos teníamos que divertir en la espera. Finalmente se prendieron las luces, el dúo de voces con fuerza emakume de la triki y el pandero empezó a sonar entre otros instrumentos, formación típica que nos dejaban los aventurados ochentas escuche, la energía se hizo sentir en toda Mar del Plata. Algunos se sabían la letra y otros no tanto, pero en los pogos eso pasaba desapercibido con el ritmo de la música, los saltos, y sobre todo, con la alegría de estar viviendo ese momento. Siempre hay una primera vez para todo, nuestra señora madre de las romerías, maestros aristotélicos tomistas saltando a la par y una boina que acompañó y nunca se perdió. De pronto uno que podría haber pasado como un harrijasotzaile baja, todo parecía que el recital había terminado pero faltaba lo mejor…. abre el espacio y empieza a sonar la música a nivel del suelo, la magia de la música en vivo al lado nuestro y todos como txikiak sin poder abrir más los ojos y oídos. Después de esa sorpresa, confundidos entre beste bat y etxera, unos temas más y terminaron por ese dia, pero la romería apenas comenzaba.

Unas birras en el trinkete, un buen hijo a la vista entre otras cualidades, unos surfers sin proteccion UV, elogios repartidos entre un top ten llegado por acuerdo pero no unanimidad. Tres se retiraron temprano para guardar energías, reencuentros con compañeros de gaztemundu y algún que otro colado. Señooor!!!!!! Menos mal que las paredes no hablan...pero los ojos sí miran; algunos seguimos la entrada en calor en la pista mientras otros se fueron a hacer sociales… 

Un par volvimos al txoko, charlas sobre mesas, buenas migas con nutrias amigas hasta que se prendió la luz y vino el resto por la espuela de la noche. Una caminata al hotel, con muletas para el eusko lover, ensayos de artasiak para el sábado en konpania, detalles que solo podría contar el arkitekto amigo con la palabra justa. Esquivando zombies, brujas y otros personajes de la noche llegamos a la esquina de bifurcación, nicoleñas y hermanos a descansar, un par de cuadras más hasta llegar a la calle Tucumán. Bihar arte.

Mientras nos íbamos a dormir, otra parte del equipo se sumaba, la mismísima Korales. Con resortes nos levantamos para buscarla en la 302 y directo al piso 10 para encontrarnos todos y desayunar. Con el buen hijo también. El monitor y Agus tenían otras tareas, sus caras en la foto lo decían todo. Nos esperaba el segundo día con un sol y un cielo despejado que nos pedía ir a la playa a tomar unos mates y seguir con las festividades, entonces cumplimos y hacia allá partimos… por lo menos, los que ya estábamos despiertos con solo un par de horas de sueño, en cambio otros necesitaban un ratito más de su sueño “reparador”, pero alguien perspicaz nos había dejado la puerta abierta para darle un susto. De a poco iban cayendo, entre ellos, la Queen, God save the Queen… viento, música, mates, un mágico lápiz de labios, fotos, saludos al mar y plumas del pavo real que íbamos encontrando por el camino al almuerzo, las seguimos aunque en el medio nos cansamos, y la expedición siguió en el colectivo de línea. Subimos felices con la SUBE, el chofer todavía no sabemos si también lo estaba, pero por unas pocas cuadras más fuimos unos simples veraneantes de colonia de verano conociendo el mar, la ciudad y el transporte público aunque más tarde nos llegaran mensajes de una querida, justa y famosa niña del canal EITB con indignación por presumir nuestras vacaciones.

Entre mensajes a su compañera de cuarto y ubicación llegó la segunda parte del clan Miró, la otra parte de la habitación 302, Mincha, Miky, Min, te estábamos esperando. EKIN completo.

Las olas y el viento, sucundum sucundum, y el frío del mar...y ahora la cosa se puso seria. Seguimos con el almuerzo # 2, entre guardias y una batalla de registros fotográficos que iban copando los gigas. Retratos dignos de campañas publicitarias, entre angelitos y demonios que hablaban al oído, la sonrisa de nuestra euskal Beyonce y nuestro favorito, el superzoom de corazones. Al postre no llegaron todos, el mintzodromo les estaba sacando la cuchara de la boca a un par y por libre albedrío, o no, entre el lehendakari y primera dama teníamos representantes ekinianos. 

Gracias a Aitor, el chofer de línea se salvó de vivir otra experiencia ekiniana del tercer tipo, teníamos el regreso al hotel asegurado con los amigos uruguayos. Todos sentados, educados y agradecidos por la buena acción oriental. Pero la formalidad nos duró poco, casi al llegar los vecinos se dieron cuenta que su grupo no estaba completo, uno olvidado en el club pero con el cambio a su favor, el botija se podría tomar un taxi... bo, y así la presentación terminó. El popurrí y el cuplé prometía. 

Algunos se fueron a dormir una siesta, o por lo menos lo intentaron, mientras otros lijaban los accesorios para el día siguiente con muchas dudas, aparentemente, existenciales. Sólo con un teléfono de línea, un centennial desfasado, muy preocupado por expandir su vocabulario euskérico y unas amigas inquietas por saber si el oso quería salir de la cueva entre otras cosas, iban a desatar una guerra con sed de venganza. Del otro lado del tubo, las respuestas eran algo tan simple como googlear Elhuyar Hiztegia o un ez rotundo, hasta que la telefonista del banco de espermas atendió. Si algo sabían los de la 101 y 201 era que las siestas en los pueblos son sagradas y no se puede escuchar ni el volido de una mosca. Solamente se llama por riesgo de vida.

16.30 puntual en el hall del hotel y al bajar las escaleras el carnaval de Altsasu se había superpuesto al uruguayo. Vips por tener ese adelanto de la retirada y acompañarlos en el bus rumbo al Centro Vasco. 

El reloj corría y los dantzaris se iban alistado para el momento para el que todos nos preparamos este año, la muestra de talento… empezando con la clásica kalejira pero esta vez con nuestra propia música en vivo de Ziortza eta Leire, y no podía faltar una sesión de fotos improvisada con nuestros amigos uruguayos. Sebas y Diego llegaron justo para la siguiente ronda de flashes. Íbamos subiendo esos mismos escalones que recorrimos anteriormente, ya sentados, con algunos problemas de sonido, se dió comienzo al show. Todos mirando con atención y seriedad hasta que los txikis irrumpieron el escenario, uno que recién estaba dando sus primeros pasos fue el que llevó mejor el ritmo de casi toda velada, mejor quedarse con esa imagen, con la alegría y emoción que trajeron desde la puerta los amigos uruguayos, su carnaval y los mantras circulares y perfectos en euskera desde Hendaia. Llegó nuestro turno, una espera con estiramiento en el lobby entre colas para otro espectáculo, una caminata con ansiedad en penumbras y un cambio de vestuario de Agus con ayuda entre patas. Así llegamos al escenario. Gogoaren Bidezidorretatik, parece que es muy difícil pronunciar, pero que no se puede lograr sin práctica? En la memoria y el camino recorrido de Ekin está.

Luego de tres horas, un par de desperfectos técnicos, y muchos nervios llegamos al final de la noche teatral. Un cambio de vestuario después, ya todos combinados con nuestro look a cuadros, taxis compartidos y ya estábamos en la segunda y última romería de esta SNV. Comida, bebidas espirituosas, buen ambiente y con un aire distinto sonaba la música de Huntza, al igual que hacía 24 hs pero ya todos estábamos más serenos, aunque la energía era mayor. A la mochila con el pañuelo de las pibas nada le impidió poder saltar toda la noche y los experimentados del recital anterior ya nos adelantábamos para estar en primera fila. Unas recomendaciones para el momento mágico a las llegadas del día y a disfrutar. 

Ekin estaba por todos lados, con manos confundidas en el pogo que se repetía, en los rincones de escalera con un poco menos de luz pero al pasar, en el entrepiso llenando los barriles, una barra de gin tonic, foto con la neska cantante y un baja-sube para aprovechar promociones, en épocas de crisis no hay 2x1 que nos queramos perder. Los vecinos del tercer piso se fueron temprano para conversar en clave morse. Y siga el baile, siga el baile...y seguimos, esta vez nos tuvieron que echar del CV, nos iban cerrando las tabernas de a una mientras se prendian las luces y sonaba un fandango. Abrazo al barman hipster y nos juntamos todos. Nos despedimos hasta la próxima SNV. Ya el sol nos iba guiando hasta el hotel entre corredores de maratón, y la tía Clari, junto a los hermanitos Etcheverry, dió una última vuelta por la arena y el mar. Los demás a dormir, soldados que huyen sirven para otra batalla. 

Amanecimos a las pocas horas todas las personas, cambiandonos con el último look del fin de semana, todas dantzari. Siempre con el mate abajo del brazo y unas medialunas que tomamos prestadas del hotel. Esta vez teníamos que caminar unos pocos pasos y ya estábamos en el punto de encuentro, la tan conocida plaza de los lobos marinos para una última presentación de talentos. No fue en Chapadmalal ni en Santa Clara del Mar, nos había tocado el número 3, una E, de EKIN visto desde el público según la tipografía usada. Banderas al aire, espadas chocando, pies flotando y muchas sonrisas cómplices que le ganaron a los nervios. Nuestro primer Dantzari Dantza con aires de triunfo gracias a la insistencia de la 301, unas aspas con los vientos del mar, una chacarera, un fandango, un arin y la birilbiketa para cerrar los bailes de plaza, en grupo, en ronda y libres, bailando cómodos y entre nosotros como si fuera un ensayo más pero teníamos a los mejores acompañantes siempre atentos, Patxi, Diego y Uri, una de las escritoras de esta crónica. 

Ya estábamos en el acto de cierre, el almuerzo en el gran salón, una mesa de grandes y una mesa de txikis. Brindis y charlas resumiendo lo que fueron estas 72 hs, lo que serán los próximos meses, haciendo memoria de lo que pasó, juntando recortes de historias para tener un hilo conductor, y así, la velada se iba terminando. Por supuesto que no podía faltar una sesión de fotos, la cámara capturaba nuestra pequeña parte del mundo y varios instantes que quedarán grabados en nuestros sentidos.

Como llegamos, nos fuimos yendo. Korales con su valija mágica con ruedas caminó por donde encontró un cartel de salida. Una arratiako jota rapidita entre las mesas y el banquete se terminó.

Don Gómez y su pandilla tenía que retirarse, un adiós y un hasta luego después y ya estábamos en la ruta otra vez. Primera parada, la fashionista, la madre de las crónicas; luego de un reencuentro familiar y unos mates, el resto seguimos viaje. Las horas y la falta de sueño se iban sintiendo de a poco, pero nos manteniamos alerta. Ya la noche iba cayendo y nos íbamos acercando a destino. La avenida 9 de Julio nos recibió de brazos abiertos y de pronto estábamos en la casa de Uri, los Amaya-Orellana nos despidieron y regresaron a su hogar. Ahora si el día tenía gustito de domingo, las responsabilidades nos pisaban los talones. 

Casi últimos ekinianos caminando por la ciudad feliz. Vistos desde las ventanas por los últimos en irse. La espuela del viaje, con unas papas de detalle bajo "arbustos y semillas que podrían sembrar la llanura pampeana entera". Abuelo skeiter, remeras vascas que deambulaban por la ciudad y más. Todo mientras se esperaba la hora de ir a la terminal, terminando un viaje como tantos otros en una plaza o una peatonal, testigos del ritmo de un domingo en la ciudad. Con nuestras caras de regreso nos dijeron adonde nos tenían que llevar. Esta vez el colectivo nos durmió a todos casi antes de salir.

Un viaje por más cerca que parezca siempre te hace crecer. Y si se comparten pasiones con otras personas más. Las volvés a conocer, las reconoces de otra forma en la vorágine del hacer, del compartir con el otro. Con el cansancio puede salir lo peor... Pero en este viaje salió el espíritu de EKIN. De festejar, compartir, bailar y pasarlo bien. La vida es para bailar al ritmo que uno quiera o pueda llevar. Ese fin de semana en la burbuja fue al de EKIN KULTUR TALDEA. 

Se prendieron las luces, la plataforma 64 esta vez nos recibía en serio. El 132 nos iba arreglando el jet lag y con la idea del trabajo del lunes, pero nos daba la bienvenida con una imagen como si fuera la mañana siguiente a la fiesta de algún Antonio una vez documentada en geografías que quisiéramos más cerca, una imagen conocida del fin de semana, un vaso vacío que decía todo, un fin de fiesta. Por esta vez.

ESKERRIK ASKO BETI!

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